quinta-feira, 27 de novembro de 2014

Te prometemos, que según tu deseo, la santa Medalla será el signo de tu presencia junto a nosotros, será nuestro libro en el cual aprenderemos a conocer, según tu consejo, cuánto nos has amado, y lo que debemos hacer para que no sean inútiles tantos sacrificios tuyos y de Tu Divino Hijo.



SÚPLICA DE LA MEDALLA MILAGROSA


* Se reza a las 5 de la tarde del 27 de noviembre, Fiesta de la Medalla Milagrosa, y en las necesidades urgentes, cualquier día, a esa hora.

Oh Virgen Inmaculada, sabemos que siempre y en todas partes estás dispuesta a escuchar las oraciones de tus hijos desterrados en este valle de lágrimas, pero sabemos también, que tienes días y horas en los que te complaces en esparcir más abundantemente los tesoros de tus gracias. Y bien, oh María, henos aquí postrados delante de Ti, justamente en este día y hora bendita, por Ti elegida para la manifestación de tu Medalla.
Venimos a Ti, llenos de inmensa gratitud y de ilimitada confianza en esta hora por Ti tan querida, para agradecerte el gran don que nos has hecho dándonos tu imagen, a fin que sea para nosotros testimonio de afecto y prenda de protección. Te prometemos, que según tu deseo, la santa Medalla será el signo de tu presencia junto a nosotros, será nuestro libro en el cual aprenderemos a conocer, según tu consejo, cuánto nos has amado, y lo que debemos hacer para que no sean inútiles tantos sacrificios tuyos y de Tu Divino Hijo. Sí, Tu Corazón traspasado, representado en la Medalla, se apoyará siempre sobre el nuestro y lo hará palpitar al unísono con el tuyo. Lo encenderá de amor a Jesús y lo fortificará para llevar cada día la cruz detrás de Él.
Ésta es tu hora, oh María, la hora de tu bondad inagotable, de tu misericordia triunfante, la hora en la cual hiciste brotar, por medio de tu Medalla, aquel torrente de gracias y de prodigios que inundó la tierra. Haz, oh Madre, que esta hora que te recuerda la dulce conmoción de Tu Corazón, que te movió a venirnos a visitar y a traernos el remedio de tantos males, haz que esta hora sea también nuestra hora, la hora de nuestra sincera conversión, y la hora en que sean escuchados plenamente nuestros votos.
Tú, que has prometido justamente en esta hora afortunada, que grandes serían las gracias para quienes las pidiesen con confianza: vuelve benigna tu mirada a nuestras súplicas. Nosotros te confesamos no merecer tus gracias, pero, a quién recurriremos oh María, sino a Ti, que eres nuestra Madre, en cuyas manos Dios ha puesto todas sus gracias? Ten entonces piedad de nosotros. Te lo pedimos por tu Inmaculada Concepción, y por el amor que te movió a darnos tu preciosa Medalla. Oh Consoladora de los afligidos, que ya te enterneciste por nuestras miserias, mira los males que nos oprimen.

Haz que tu Medalla derrame sobre nosotros y sobre todos nuestros seres queridos tus benéficos rayos: cure a nuestros enfermos, dé la paz a nuestras familias, nos libre de todo peligro. Lleve tu Medalla alivio al que sufre, consuelo al que llora, luz y fuerza a todos. Especialmente te pedimos por la conversión de los pecadores, particularmente de aquéllos que nos son más queridos. Recuerda que por ellos has sufrido, has rogado y has llorado. Sálvanos, oh Refugio de los pecadores, a fin de que después de haberte todos amado, invocado y servido en la tierra, podamos ir a agradecerte y alabarte eternamente en el Cielo. Amén.

TRIDUO A LA MILAGROSA (III)


ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Oh María, sin pecado concebida, vedme postrado a vuestras plantas, lleno de confianza. Ese vuestro rostro purísimo, esa amable sonrisa de vuestros labios, esas manos cargadas de celestiales bendiciones, esa actitud amorosa que habéis adoptado para recibir a los que vienen a Vos, esos ojos fijos en la tierra para observar nuestras necesidades y venir en nuestro auxilio, todo, todo me inspira amor, confianza y completa seguridad. Y como si esto fuera poco para alejar de nosotros toda duda habéis empeñado solemnemente vuestra palabra en favor de los que lleven la Santa Medalla, diciendo a vuestra sierva, Sor Catalina Labouré: "Cuantos llevaren esta Medalla, alcanzarán especial protección de la Madre de Dios."
Madre mía amantísima: Vos sabéis que la llevo sobre mi pecho, que la beso con amor y que os invoco con frecuencia. Realizad, pues, en mí vuestras promesas; venid en mi auxilio, cubridme con vuestra protección, para que Jesús se apiade de mi pobre alma y merezca conseguir por vuestro medio la gracia, que pretendo con este triduo a vuestra Santa Medalla.
Oh María, sin pecado concebida; rogad por nosotros que recurrimos a Vos.

DÍA TERCERO
Protección de María

La Medalla Milagrosa, al confesar el misterio de la Concepción Inmaculada de María, garantiza a la vez el auxilio divino a cuantos la llevan puesta. La Santísima Virgen, dice San Bernardino, es muy cortés y agradecida, tanto que no le permite su corazón que el hombre la salude sin devolver el saludo de una manera inefable.
Esta súplica: "Rogad por nosotros, que recurrimos a Vos" ha venido a ser fuente sagrada de vida, de gracia y de santidad; remedio de todas las enfermedades, consuelo de los afligidos y dulce esperanza de los pecadores.
Acudamos, pues, a María, en todas nuestras necesidades de alma y de cuerpo. Invoquémosla y digamos con frecuencia: "¡Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros, que recurrimos a Vos!", y esta oración tan grata a la madre de Dios, será suficiente para aliviarnos y socorrernos. Si la enfermedad viene a visitarnos, ella nos curará, si la salud nos conviene, y de no convenimos nos concederá la gracia de soportar el dolor con cristiana resignación. Si el desaliento quiere apoderarse de nosotros y la tristeza sumergirnos en un mar de desolación, repitamos la jaculatoria de la Medalla, y la Virgen nos consolará, porque es Madre de los afligidos, alivio de nuestros males y eficaz remedio para todos los sufrimientos del humano corazón. Con el apoyo de María viviremos confiados lejos de la culpa y nuestra muerte será preciosa a los ojos del Señor. Así sea.
Pídase la gracia que se desea alcanzar. Rezar tres Avemarías con la invocación: Oh María sin pecado concebida rogad por nosotros que recurrimos a Vos.


ORACIÓN DE SAN GERMÁN
¡Oh mi única Señora y único consuelo de mi corazón! Ya que eres el celestial rocío que refrigera mis penas; Tú que eres la luz de mi alma cuando se halla rodeada de tinieblas; Tú que eres mi fortaleza en las debilidades, mi tesoro en la pobreza y la esperanza de mi salud, oye mis humildes ruegos y compadécete de mí, como corresponde a la Madre de un Dios, que ama tanto a los hombres. Concédeme la gracia de gozar contigo en el Cielo, de vivir contigo en el Paraíso. Yo sé que siendo Tú la Madre de Dios, si quieres, puedes alcanzarme esta gracia; así lo espero de tu misericordia. Amén.

http://santa-maria-reina.blogspot.pt/

Le meraviglie della “Medaglia Miracolosa” – di Roberto de Mattei



di Roberto de Mattei
.
zzMedaglia-Miracolosa-424x278Chiunque si rechi a Parigi ha la possibilità di visitare la cappella della Medaglia miracolosa, al numero 140 rue du Bac, dove nel 1830 la Beata Vergine Maria apparve più volte ad una umile suora, poi elevata agli altari, Caterina Labouré.
Da queste apparizioni ha origine la Medaglia miracolosa, così detta non solo per la sua origine celeste, ma per i suoi straordinari effetti sulle anime e sulla società. Caterina era una giovane novizia di ventiquattro anni, di umili natali, che aveva coronato da pochi mesi il suo ardente desiderio di entrare nelle Figlie della Carità di San Vincenzo de’ Paoli.
La prima apparizione della Madonna avvenne il 18 luglio 1830, quando ella fu invitata da un angelo a seguirla nella cappella e vide la Santissima Vergine sedersi sui gradini dell’altare, dal lato del Vangelo, in una seggiola, che ancor oggi è esposta alla venerazione dei fedeli. La giovane si gettò ai piedi della Madonna, poggiando le mani sulle sue ginocchia. «Quello – ricorda la santa – fu il momento più dolce della mia vita. Mi è impossibile esprimere tutto ciò che provai». «Figlia mia – le disse la Madonna – il buon Dio vuole affidarti una missione. I tempi sono molto tristi, sciagure stanno per colpire la Francia; il trono sarà rovesciato, il mondo intero sarà sconvolto da disgrazie di ogni specie… La S. Vergine aveva l’aria molto afflitta dicendo questo, ma (continuò): Venite ai piedi di quest’altare; qui le grazie saranno sparse su tutte le persone che le domanderanno con fiducia e fervore, saranno sparse sui grandi e sui piccoli».
La grande missione fu rivelata a Caterina nella seconda apparizione, il 27 novembre 1830. La giovane vide formarsi attorno alla Santa Vergine «un quadro un poco ovale in cui stavano in alto queste parole: O Maria concepita senza peccato pregate per noi che ricorriamo a voi, scritte in lettere d’oroAllora si fece sentire una voce che mi disse: “Fate, fate coniare una medaglia secondo questo modello. Tutte le persone che la useranno riceveranno grandi grazie, portandola al collo. Le grazie saranno abbondanti per le persone che la porteranno con fiducia”. Immediatamente il quadro mi è sembrato voltarsi e ho veduto il rovescio della medaglia».
Sul retro del quadro la suora scorse «il monogramma della Santa Vergine, composto dalla lettera M sormontata da una croce, con una sbarra alla sua base, e, al di sotto della suddetta lettera M, i due cuori di Gesù e di Maria, che distinse perché uno era circondato da una corona di spine, e l’altro era trafitto da una spada».
Nei mesi e negli anni seguenti le sciagure previste dalla Madonna cominciarono a realizzarsi con la caduta della monarchia di Carlo X, sostituita da quella “liberale” di Luigi Filippo. I primi esemplari della medaglia furono coniati e diffusi con l’approvazione dell’arcivescovo di Parigi. Le grazie e i miracoli moltiplicarono le richieste e la parrocchia di Notre-Dame des Victoires, divenne un centro di straordinaria propagazione della devozione.
Il mondo e le stesse consorelle di Rue du Bac ignoravano però il nome della suora che aveva ricevuto le apparizioni: 46 anni di silenzio, di nascondimento, di preghiera attendevano Caterina, che morì a Parigi il 31 dicembre 1876. Lei che aveva visto almeno sei volte la Vergine, che aveva assistito alla prodigiosa diffusione della Medaglia in tutto il mondo, ed ai miracoli di cui era stata strumento; lei che tante volte aveva sentito parlare dagli altri delle rivelazioni della Madonna a una sconosciuta novizia, restò sempre impassibile e mai tradì il suo segreto, né con le compagne, né con le superiore, né con la sua famiglia.
Il frutto più strepitoso della nuova devozione fu la conversione dell’ebreo Alfonso Ratisbonne, a cui la Madonna della Medaglia miracolosa apparve il 20 gennaio 1842, nella chiesa di Sant’Andrea delle Fratte a Roma. Una lapide posta in uno dei pilastri della cappella dell’apparizione, dove ancora oggi si venera la «Madonna del Miracolo», così ricorda l’avvenimento: «Il 20 gennaio 1842, Alfonso Ratisbonne venne qui ebreo indurito. La Vergine gli apparve come tu la vedi. Cadde ebreo si rialzò cristiano. Straniero: porta con te questo prezioso ricordo della misericordia di Dio e del potere della SS. Vergine».
La notizia dello straordinario miracolo infiammò la devozione popolare verso la Medaglia miracolosa e contribuì ad affrettare la proclamazione del dogma dell’Immacolata da parte di Pio IX, l’8 dicembre 1854. Leone XIII, fatta esaminare ogni circostanza sui fatti di rue du Bac, nel 1880, in occasione del cinquantenario delle apparizioni, dichiarò autentica la miracolosa conversione del Ratisbonne e concesse la festa della Medaglia, al 27 novembre di ogni anno, con rito di seconda classe.
Caterina Labouré fu beatificata da Pio XI il 28 maggio 1933 e canonizzata da Pio XII il 27 luglio 1947; le sue reliquie riposano nella cappella in cui ebbe le apparizioni. Pio XI, il 19 luglio 1931, in occasione del processo di beatificazione di Caterina Labouré, accennando ai mali che affliggevano la Chiesa, disse: «In questi giorni risplende la Medaglia miracolosa, come per richiamarci in modo visibile e tangibile che alla preghiera tutto è permesso, anche i miracoli, e soprattutto i miracoli. In ciò sta la specialità magnifica della Medaglia miracolosa, e noi abbiamo bisogno di miracoli. è già un gran miracolo che i ciechi vedano… ma vi è un altro miracolo che dobbiamo domandare a Maria Regina della Medaglia, ed è che vedano quelli che non vogliono vedere…».
Tra i tanti santi devoti della Medaglia miracolosa, fu il giovane Massimiliano Kolbe, che il 20 gennaio 1917, settantacinquesimo anniversario dell’apparizione, nell’ascoltare la rievocazione della conversione del Ratisbonne, nella Chiesa di sant’Andrea delle Fratte, concepì l’istituzione della sua Milizia dell’Immacolata, col fine di «cercare la conversione dei peccatori, eretici, scismatici, giudei ecc., e specialmente dei massoni; e la santificazione di tutti sotto il patrocinio e mediante la B.V.M. Immacolata».
La Medaglia miracolosa ci propone una ricca simbologia. Da una parte è raffigurata la Vergine Maria, dalle cui mani piovono raggi sul mondo, ricordandoci il ruolo che Ella ha di Mediatrice di tutte le grazie; sul retro c’è il monogramma mariano, intrecciato con una Croce e circondato da 12 stelle. La Croce che sovrasta la M di Maria ricorda la Croce che nel labaro di Costantino era sostenuta dai vessilli delle legioni romane e, come in quel caso, è simbolo di battaglia e di vittoria. Davanti al nome di Maria, come di fronte a quello di Gesù, piegano le ginocchia i cieli, la terra e gli abissi.
I due Cuori di Gesù e di Maria alla base della lettera M ricordano a sua volta l’indissolubile legame che lega i due Cuori, che ne formano uno solo, al quale è legata la salvezza e la rigenerazione del mondo. Le 12 stelle sono quello che circondano la fronte della donna dell’Apocalisse, figura della Chiesa, ma anche figura di Maria, che della Chiesa è Madre e Regina. La Medaglia miracolosa, portata con fiducia da tanti cattolici in tutto il mondo, continua ancora oggi la sua silenziosa ma portentosa missione.
Essa va disseminata ovunque, nei fondamenti della case, sulle vette dei monti, nelle profondità dei mari e soprattutto va portata al collo, affinché tutto e tutti siano sotto la protezione continua e infallibile di Maria Santissima. L’ultimo grande miracolo che i fedeli le chiedono insistentemente è la dissipazione degli errori e delle tenebre morali in cui è immerso il mondo moderno. La potenza e la misericordia della Madonna non ha limiti, come ci dimostra la miracolosa conversione di Alfonso Ratisbonne, che ai suoi piedi «cadde ebreo e si rialzò cristiano». 
.

HOY ES LA FESTA DE LA LA MEDALLA MILAGROSA

LA MEDALLA MILAGROSA
Como es sabido, en la noche del 18 al 19 de julio de 1830, María Santísima se apareció a Santa Catalina Labouré: durante dos horas la Virgen Gloriosa habló con la Santa sobre una misión que Dios quería encargarle y sobre las dificultades con que iba a tropezar al realizarla.

Una segunda aparición tuvo lugar el 27 de noviembre del mismo año: por la tarde, Santa Catalina se encontraba en la capilla cuando se apareció la Santísima Virgen, que lucía un vestido blanco; en sus manos llevaba un globo de oro provisto de una cruz. Clavando los ojos en el cielo, la Virgen parecía ofrecer el globo a Dios implorando mercedes sobre él. En sus dedos portaba anillos en los cuales figuraban incrustadas piedras preciosas; de ellas se desprendían haces de luz que se ensanchaban a medida que bajaban.
Mientras que María Santísima se veía rodeada por una luz brillante, el globo desapareció de sus manos; bajando los ojos miró a Catalina, abrió los brazos y, estando de pie encima de un globo terrestre grande, lo cubrió da haces de luz, símbolos de las mercedes.
Luego se formó un marco ovalado en cuyo contorno figuraban letras de oro que rezaban “Oh María sin pecado concebida rogad por nosotros que acudimos a Vos”.

Luego, la Madre de Dios le dio el siguiente encargo: “He aquí el símbolo de las mercedes que concedo a cuantos me las piden. Haz acuñar una medalla conforme a este modelo; cuantos la lleven puesta gozarán de muchas mercedes, sobre todo si la llevan puesta al cuello. Para cuantos la lleven con confianza, las mercedes serán abundantes”.
Luego el conjunto giró y Santa Catalina vio el reverso de la medalla: la letra M, encima de ella una Cruz y debajo los Sagrados Corazones de Jesús y de María. En el contorno del conjunto figuran 12 estrellas.

¿Cuál es la voluntad de María Santísima al mandar acuñar la Medalla, invitándonos a llevarla con fe, confianza y devoción? El mensaje de la Medalla Milagrosa es la voluntad salvífica de la Madre de Dios. Ella nos entrega su Medalla para que pensemos en nuestro destino eterno.Sigue leyendo 
http://radiocristiandad.wordpress.com/

A devoção da Medalha Milagrosa de Nossa Senhora (DIVULGUEM!)

Dia da Gloriosa Mãe das Graças!


"É madrugada no convento das Filhas da Caridade, numa rua de Paris de 1830. Na capela, inundada de luz, ressoa apenas o suave timbre de uma voz celestial. Ajoelhada junto à bela Senhora, uma jovem noviça, cheia de encanto e admiração, ouve atentamente aquelas palavras de solicitude e bondade maternas.  Sim, a Mãe de Deus viera à Terra e aparecia a Santa Catarina...

 A devoção da Medalha Milagrosa de Nossa Senhora (DIVULGUEM!)


Ao visitar alguns sites católicos, fui levado à esta página onde continha um link de um PPS (Slide de Power Point) explicando a fantástica história da Medalha Milagrosa e as graças a TODOS que a usarem com devoção. Eis o link que irá baixar em seu computador um documento Power Point e abrirá mostrando toda a história da Medalha. Clique aqui ou no texto acima para...

Sem comentários:

Enviar um comentário